En la pasada semana, al cumplirse los primeros cien días del Gobierno de Piñera, y en algunos de los casos con apenas unas horas de diferencia, el país tuvo oportunidad de atestiguar, o más bien experimentar en carne propia, el pleno despliegue de lo que significa un gobierno de derecha, incluida la irrefrenable sobre-exposición mediática del Presidente, por más que ésta responda a un diseño deliberado, concebido con la precisa finalidad de ocultar esa evidencia.
Los hechos en cuestión son el proyecto de ley de reajuste del salario mínimo de 3%, por debajo de la inflación esperada; la insólita justificación de los despidos en el sector público; la cuarta alza consecutiva en el transporte público de Santiago; el trámite parlamentario del proyecto de ley de reconstrucción; las contradicciones entre el discurso de Piñera y lo que hacen sus ministros, y el circo mediático del Presidente, quién se trasladó a Dichato para disfrazarse de damnificado, pernoctada en mediagua mediante.
Los cien pesos de diferencia en el horario medio, significan seis mil pesos para 60 viajes, o si se prefiere, 30 viajes de ida y vuelta, o sea, un viaje diario de ida y vuelta en un mes. En suma, el reajuste del salario mínimo ofrecido por el Gobierno, ni siquiera cubre el alza del transporte en el mes.
El Ministro de Salud aseguró a dirigentes del Frente de Defensa de la Salud Pública, que sacaría el complejo Barros Luco-Trudeau y Exequiel González Cortés de la lista de hospitales concesionables. De eso incluso hay una grabación. Pues bien, a los dos días, declaró a la prensa que esos eran los primeros hospitales del programa de concesiones.
Piñera sorprendió a la cátedra con el anuncio de la eliminación del 7% de cotización de los jubilados. Al poco andar, el director de Fonasa dijo que el beneficio consistía en una reducción parcial, para los mayores de 70 años con pensiones menores de 150 mil pesos.